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Extremismo global: la amenaza de los grupos yihadistas más allá del conflicto en Medio Oriente.

  • Foto del escritor: Prego Nerosai
    Prego Nerosai
  • 23 mar
  • 2 Min. de lectura

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– En los últimos años, los ataques de grupos extremistas como Hamas, Boko Haram y otros movimientos yihadistas han generado debates sobre sus verdaderas motivaciones. Si bien algunos justifican ciertos actos de violencia como respuestas a conflictos territoriales o resistencias a poderes externos, la realidad muestra que estas organizaciones operan en distintas regiones del mundo con objetivos similares: imponer su interpretación radical de la ley islámica y expandir su dominio a través del terror.



Más allá del conflicto con Israel


Uno de los argumentos comunes en torno a los ataques de Hamas contra Israel es que se trata de una respuesta a la política del gobierno israelí en los territorios palestinos. Sin embargo, cuando se analizan otros grupos islamistas radicales en diferentes partes del mundo, queda en evidencia que su violencia no se limita a una lucha contra el sionismo o a una resistencia territorial.



Grupos como Boko Haram en Nigeria, Al-Shabaab en Somalia, el Estado Islámico en Medio Oriente y los talibanes en Afganistán han atacado a cristianos, budistas, hindúes y otras comunidades religiosas sin relación con Israel o el conflicto palestino.


Un patrón de violencia global


Ejemplos de ataques de grupos yihadistas en diversas partes del mundo incluyen:


Boko Haram en Nigeria: ha secuestrado y asesinado a miles de cristianos, atacando iglesias y comunidades enteras.


Los talibanes en Afganistán: han impuesto un régimen de terror contra minorías religiosas, mujeres y opositores.


Atentados en Europa y Asia: desde los ataques en París en 2015 hasta la masacre en Sri Lanka en 2019, numerosos atentados han sido perpetrados contra civiles en nombre de la jihad.


El objetivo final: imposición de la ley islámica radical


Aunque estos grupos pueden tener diferencias ideológicas y operacionales, su objetivo final es el mismo: imponer un sistema basado en su interpretación extrema del islam, castigando brutalmente a quienes no se adhieren a sus reglas. La jihad, como ideología extremista, no solo atenta contra gobiernos o ejércitos, sino también contra poblaciones enteras, incluidas mujeres, niños y minorías religiosas.


La comunidad internacional enfrenta el desafío de combatir esta amenaza más allá de las narrativas políticas y geográficas, reconociendo que el problema va más allá del conflicto israelí-palestino y afecta a diversas regiones del mundo.


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